El nombre de “Valle de la Paz” no es un invento de la alcaldesa podemita, Franco tituló así hace 50 años un documental de Samuel Bronston sobre el monumento.
La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, la misma que está empecinada en cambiar los nombres de centenares de calles de Madrid en una revanchista aplicación de la Ley de Memoria Histórica, ha propuesto cambiar el nombre al Valle de los Caídos por “Valle de la Paz”. Imaginamos, sin ningún temor a equivocarnos, que la regidora madrileña opina sobre el Valle de los Caídos como una ciudadana más y no como alcaldesa, ya que hasta las víctimas de las LOGSE saben que el Valle de los Caídos está situado en el término municipal de San Lorenzo de El Escorial y por tanto a salvo de los ánimos renovadores de Ahora Madrid.
El tema del cambio de nombre del Valle de los Caídos -por el de “Valle de Cuelgamuros”- ya se trató precisamente el pasado 29 de diciembre en el pleno municipal del Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial a petición de la ultraizquierda representada por el concejal de “En Común San Lorenzo”. La moción fue desestimada. No hacía falta, ya que el Valle de los Caídos al pertenecer a una Fundación privada -la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos- no está sujeta al arbitrio o las decisiones de la corporación municipal.
El nombre de “Valle de la Paz” no es original de Manuela Carmena. 50 años antes ya alguien se refirió de esta forma al Valle de los Caídos. Se trataba del mismísimo General Franco. Existe una anécdota perfectamente documentada y recogida en el archivo de la Asociación Para la Defensa del Valle de los Caídos que da cuenta de ello.
En la década de los 60 –con el Valle de los Caídos recién inaugurado- y tras ser concedida la licencia para grabar el monumento para la exitosa película “El Cid”, el productor estadounidense de origen ruso Samuel Bronston quiso realizar un pequeño documental sobre el Valle de los Caídos, cuya Cruz se adivinaba en el Risco de la Nava, en la lejanía, pero lo suficientemente cerca para malograr algunos planos de su filme.
El documental, que fue guionizado y dirigido por los norteamericanos Jim Bishop y Andrew Marton, respectivamente, y tuvo el asesoramiento de Fray Justo Pérez de Urbel -primer abad del Valle de los Caídos- contaba las vivencias de un joven sacerdote de la comunidad religiosa del Valle de los Caídos que evocaba la memoria de sus dos tíos, caídos ambos en la Guerra Civil en cada uno de uno de los dos bandos contendientes y enterrados hermanados en el monumento. Daba vida al joven sacerdote un actor valenciano, José Antonio Mayans (1939), ya veterano en otras producciones.
Al joven actor le vistieron un buen día con los hábitos benedictinos y le introdujeron en la propia comunidad del Valle de los Caídos para hacer vida con los monjes y prepararse convenientemente el personaje. Tan creíble resultaba el joven “monje” en su papel que fue unos de los portadores del palio bajo el que el General Franco entró en la Basílica del Valle de los Caídos para presidir el funeral de José Antonio Primo de Rivera.
Tras las labores de montaje del documental, fue el propio Bronston quien acompañado por el recientemente nombrado Ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, presentó la obra final al General Franco en la pequeña sala de cine existente (aún hoy) en el Palacio de El Pardo.
El productor había evitado deliberadamente poner nombre a su producción para reservar esta labor a modo de presente al propio Jefe del Estado. Franco, que no dudó en alabar la película al ser claro exponente del espíritu de reconciliación con el que se gestó el Valle de los Caídos, no dudo a la hora de ponerle nombre: “El Valle de la Paz”.
La película, que se inscribió en el Depósito Legal de la época como “El Valle de la Paz”, tuvo que exhibirse finalmente como “El Valle de los Caídos” al existir otra producción yugoslava del año 1956 con ese mismo nombre. El documental se exhibió en varios cines españoles previo a la película en cartelera y sustituyendo al NODO, obligatorio en esas fechas.
La Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos, que busca incansablemente alguna copia del documental, se pregunta ahora si en el caso de aparecer, la regidora Manuela Carmena cedería algún espacio municipal para la exhibición de un cortometraje sobre un monumento al que denomina de la misma forma que el General Franco.
Pablo Linares
Presidente de la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos (ADVC)
2 commentarios
María · 9 abril, 2016 a las 20:36
¡Curiosa la coincidencia! Siempre se ha dicho que la ignorancia es la más atrevida…y de eso peca bastante nuestro equipo municipal
Guripa · 5 abril, 2016 a las 15:35
La misma conclusión final de un nombre para el Monumento Nacional a los Caídos, pero por razones bien distintas, mejor dicho, opuestas.
El entonces Jefe del Estado, el Generalísimo Franco, propuso el nombre de «Valle de la paz» para el título de una película que versaba sobre la vocación religiosa de un hombre roto moralmente por los desastres de la guerra, que quiere hacerse monje para rezar por las almas de todos los caídos en el lugar en que reposan ahora juntos los que fueran antes enemigos, como señal de reconciliación entre españoles. La paz sólo puede ser el fruto de la justicia. Y la justicia sólo puede ser establecida por Dios, que es quien da la victoria en las guerras.
La hoy alcaldesa de Madrid, comunista y, por tanto, sectaria y revanchista, quiere cambiarle el nombre al lugar por odio a la verdad, por rabia incontenible, por maldad intrínseca, pues le repugnan Dios, la justicia y la paz, porque vencieron y perdonaron, ofreciendo la reconciliación a los derrotados, los que salvaron a España y a la civilización cristiana de las pezuñas del comunismo ateo, y que hoy son vejados y denostados por la inicua ley de desmemoria histérica que tanto juego da a personajes nefastos como Carmena.
El Valle de los Caídos mantendrá su nombre y seguirá siendo lo que es: el monumento de la reconciliación entre españoles. Ni Carmena ni ningún otro falsificador de la historia, de los cientos que viven hoy del presupuesto para reavivar odios enterrados y reabrir heridas cerradas, conseguirá borrar la verdad, ni destruir la paz que se logró con justicia.