Procedente del blog «El Club de los poetas muertos», transcribimos aquí la sentida nota necrológica que, a modo de despedida y homenaje, le brinda a D. Rafael Luna Gijón (q.e.P.d), amigo de esta Asociación, su amigo y compañero D. Luis Gª-Mauriño Martínez, socio de esta ADVC.
De antemano solicitamos disculpas al administrador del blog, y por supuesto al autor del homenaje, por tomarnos esta pequeña libertad en memoria de alguién que tanto quería al Valle de los Caídos y lo que éste representa.
DESCANSE EN PAZ.
YO TENÍA UN CAMARADA
En memoria de Rafael Luna Gijón
Fue en un caluroso mes de Junio del año 1999 cuando te conocí.
Un pequeño grupo de viejos camaradas iniciábamos ese maravilloso y espiritual recorrido mundialmente conocido por El Camino de Santiago.
En la primera etapa ya intimamos; y charlando de aquellas cosas que compartíamos y nos eran comunes, los dos juntos caminábamos.
Me contaste que en tu juventud deseaste apasionadamente ser militar de carrera. Y a falta de los recursos económicos necesarios intentaste ser admitido en la Academia Preparatoria Militar del Frente de Juventudes «Ruiz de Alda», conocida por Academia Pinilla por ser su director el joven Capitán de Infantería Luis Pinilla Soliver, hijo del heroico Coronel Pinilla, de Ingenieros, defensor del Cuartel de Simancas de Gijón en el que encontró la muerte.
Pero como eran muchos las solicitantes y escasas las plazas disponibles, no fuiste admitido, teniendo para poder sobrevivir que entrar a trabajar en una imprenta. Eso ocurría en el año 1948.
Y para sorpresa de ambos curiosamente en esa misma fecha yo si había sido admitido. Quizá, comentamos, por haber tenido en cuenta los seleccionadores que mi padre había sido asesinado en Agosto de 1936 en Ronda, nuestra casa saqueada, quedando mi madre viuda, embarazada de cinco meses y con ocho hijos el mayor de 10 años, cumplidos precisamente el día del asesinato, y sin recursos económicos.
Y también pudiera ser que tuvieran en cuenta que yo mandaba la Centuria Rey Casto (del Colegio de los Maristas de Oviedo) tras haber obtenido el titulo de Jefe de Centuria ¡lo mismo que tu en parecidas fechas! en el Campamento del Frente de Juventudes de Covaleda.
Extraordinarias coincidencias que serían motivó recurrente de nuestras conversaciones. Así te enteraste que, al finalizar aquel lejano curso, yo había ingresado en la AGM de Zaragoza con la 8ª Promoción. Y a partir de aquel momento te nombré, de broma, ¿recuerdas?, Cadete honorario «de la 8ª», pues solo las circunstancias de la vida no lo habían hecho posible.
Pero a pesar de ello y pasados tanto tiempo tu vocación militar no se había apagado. Por el contrario, una vez y otra me dejabas sorprendido por el interés y cariño que ponías en todas las cosas de la Milicia, con una pasión muy superior a la de tantos compañeros míos que, con el paso de los años, habían transformado su vocación, o ilusión, juvenil por el Ejército tan solo en algo que les aseguraba un modo de vida.
Orgulloso me contaste ¿recuerdas? que cuando saliste ascendido a Alférez de Complemento de Infantería de las Milicias Universitarias realizaste las prácticas de mando en el IV Tercio de la Legión. Clara muestra del espíritu militar que te impregnaba.
Y mientras caminábamos me hablabas del Ejército de España que tu soñabas.
Un Ejército respetado y querido, unido, fuerte y bien dotado… tan diferente, desgraciadamente, al que yo tan bien conocía, aunque en esas fechas hacía ya 11 años que había pasado a la Reserva.
Un Ejército que asegurase ante cualquier amenaza la grandeza, libertad e integridad de nuestra Patria, para hacer posible esa España Una Grande y Libre que nos hizo soñar José Antonio. Esa España que tanto amabas.
Me sorprendía la juvenil ilusión con que te expresabas, y cómo veías factible que la Institución Militar recuperara su prestigio y puesto en la sociedad perdidos.
Era tal tu entusiasmo que no consideré oportuno desengañarte a pesar de mis amargas experiencias. Pues me hacías pensar que con un puñado de hombres como tu nunca el Ejército hubiera llegado al estado de postración en que se encontraba.
Me preguntaste con cierta sana envidia, por aquellos camaradas que, como yo, habían ingresado en el Ejercito desde la Academia «Pinilla»; y con dolor tuve que hablarte de la transformación que – por influencia, especialmente, de Pinilla y el Padre Llanos, director espiritual del Centro- habían sufrido muchos de ellos. De tal manera que de haber sido entonces tu también admitido, hubieran sido tus compañeros, pero hoy ya no serían tus camaradas.
Con la satisfacción de haber finalizado el Camino y la alegría de haber encontrado un nuevo amigo y reencontrado un viejo camarada, nos separamos.
Seguí después con interés tus vicisitudes y pude ver, sin sorpresa, como a través de tu puesto en la directiva de la Unión Nacional de las Milicias Universitarias volcabas tu actividad, sin desmayo, en la búsqueda de aquel Ejército ideal por ambos soñado.
Y luego, de nuevo, la vida no fue amable contigo. Y aunque todo lo soportaste con la entereza de un viejo soldado, nada ni nadie puede ocultarnos tu inmenso sufrimiento.
Y llegó el fin, tu fin. Aunque la muerte no es el fin, sino el principio de una nueva vida.
Por eso estoy seguro que ahora estarás allí, sobre los luceros, donde pronto, por ley de vida, y si el Altísimo, y Dios de los Ejércitos, lo permite, nos reencontraremos para abrazarnos y seguir hablando «de nuestras cosas»
Por eso ahora, mi querido amigo, al recibir la noticia de tu fallecimiento el vacío que tu perdida deja en mi corazón es tan grande que solo puedo decir en memoria de mi viejo camarada:
«Entre todos el mejor»
Luis Gª-Mauriño Martínez
Coronel de Artillería DEM, retirado
2 commentarios
J.Mª. · 5 mayo, 2013 a las 18:07
Desde luego, puede que el Señor le ahorrara haber tenido que convivir con la mayoría de los de Forja, e incluso, haber caído en la tentación que ellos cayeron… muchos entraron en la secta, y, desde los servicios secretos, colaboraron con el magnicidio de Carrero (Cortina dijo en el Juicio del 23F que si le seguían apretando largaba hasta lo de Carrero), en la «transición», en el 23F y en muchas cosas más. Otros, si no todos, perdieron su alma de patriotas y católicos en el camino.
Al menos Rafael mantuvo su ilusión hasta el final, a pesar de los tremendos sufrimientos, morales y físicos, de su enfermedad.
Descanse en Paz
Fiel Infantería Española · 30 abril, 2013 a las 11:36
Efectivamente aquel Ejército Español, el Ejército de la Victoria, es hoy ya sólo un lejano recuerdo. Desde la Traición, digo Transición, los políticos, y el patrocinador supremo de este sistema de saqueo institucionalizado que algunos llaman democracia, se han encargado a fondo de transformarlo en una ONG al servicio particular de los elegidos por un pueblo manso, domesticado y amaestrado en los nuevos conceptos del relativismo moral.
De los ideales que se mencionan en este conmovedor homenaje quedan pocos que los practiquen y menos que los prediquen, pero el espíritu de la Victoria, que fue de todos y para todos, sigue alimentando los ideales de un puñado de españoles que no cambiamos de bandera ni de chaqueta.
Descanse en Paz D. Rafael Luna Gijón.