15 BEATOS MÁRTIRES

Fray Santiago Cantera Montenegro, O.S.B.

En fechas recientes se han venido diciendo muchas cosas sobre el Valle de los Caídos, pero muy pocas de ellas objetivas y verdaderas. No quiero entrar de momento en esos asuntos, pero sí destacar ahora algo de lo que nada se ha comentado. En la Basílica de Santa Cruz del Valle de los Caídos, erigida como tal en 1960 por el Beato Juan XXIII y consagrada por el cardenal Cicognani como representante suyo, y a la que aquel Papa de la sonrisa y de corazón abierto honró regalándole un “lignum Crucis”, descansan hermanados cerca de 34.000 caídos de los dos bandos contendientes en la Guerra de 1936-39, según el registro, pero pueden elevarse hasta 60.000 según otras estimaciones. Y de ellos, 15 son ya beatos mártires.

Siete fueron beatificados en fechas distintas por Juan Pablo II. Los primeros lo fueron en 1989: dos religiosos pasionistas de la comunidad de Daimiel (Ciudad Real), de la cual fueron asesinados un total de 26. En el Valle están el P. Juan Pedro de San Antonio (Santa Águeda, Guipúzcoa, 1890) y el hermano Pablo Mª de San José (Leoz, Navarra, 1882). Cayeron gritando “¡Viva Cristo Rey!” el 25 de septiembre de 1936 en Carrión de Calatrava y sus cadáveres fueron lanzados a un pozo, al igual que unas otras muchas víctimas. Los restos de todos los arrojados allí se llevaron después al Valle de los Caídos.

En 1995 fueron beatificados, entre otros, dos religiosos marianistas sepultados igualmente en el Valle: Jesús Hita (Calahorra, Logroño, 1900) y Fidel Fuidio (Yécora, Álava, 1880). Ambos ejercieron como profesores en varios colegios. El primero fue asesinado el 25 de agosto de 1936 en Carrión de Calatrava y el segundo el 16-17 de octubre de 1936.
En 1998 fueron beatificadas siete mártires salesas (visitandinas), asesinadas en Madrid el 18 de noviembre de 1936. En el Valle se encuentran los restos de las hermanas María Cecilia (Azpeitia, Guipúzcoa, 1910), María Ángela (también de Azpeitia, 1893), y Josefa María (El Ferrol, La Coruña, 1881).

Estos siete mártires beatificados por Juan Pablo II se hallan sepultados en la Capilla del Sepulcro. Los ocho beatificados por Benedicto XVI el 28 de octubre de 2007 (de un total de 498), se hallan en la Capilla del Pilar. Son los siguientes.
El dominico P. José Gafo Muñiz (Tioz, Asturias, 1881) destacó como apóstol social y sindical con una gran preocupación por los obreros. En julio de 1936 era superior en funciones del convento de Santo Domingo el Real de Madrid (C./ Claudio Coello); conducido a la Cárcel Modelo, fue sacado por engaño para ser asesinado.

En fin, de un total de 23 religiosas adoratrices asesinadas en Madrid el 9-10 de noviembre de 1936, siete reposan también en el Valle bajo el concepto de una: son las hermanas Josefa de Jesús (Josefa Boix Riera, natural de Anglés, Gerona, 1893), Belarmina de Jesús (Belarmina Pérez Martínez, natural de Villarejo de Órbigo, León, 1899), Ángeles (Mercedes Tuni Ustech, natural de Gerona, 1888), Ruperta (Concepción Vázquez Areas, natural de Bóveda, Lugo, 1871), Felipa (Felipa Gutiérrez Garay, natural de Zaragoza, 1861), Cecilia (Concepción Iglesias del Campo) y Magdalena (Magdalena Pérez).
Los mártires son el mejor ejemplo de que la reconciliación es posible: no murieron por odio, sino por amor; no desearon la revancha, sino que perdonaron a sus verdugos en el mismo instante de ser asesinados; no anhelaron memorias vengativas, sino ser recibidos por Dios en el Cielo.


 

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2 commentarios

Alfredo Garcia · 1 agosto, 2012 a las 3:18

Excelente articulo

Guripa · 23 junio, 2012 a las 14:30

Fantástica aportación de Fray Santiago. Una más, pues su reciente libro «Así iban a la muerte», resulta de lectura indispensable para quien tenga interés en entender las razones y las actitudes de un bando y del otro.

Fray Santiago no lo menciona por compasión, amor y perdón, pero lo cierto es que todos estos mártires (como el resto de mártires de la Cruzada de Liberación) fueron asesinados, en muchos casos con saña y sadismo tremendo, por quienes sirven de modelo «democrático» a socialistas, anarquistas y separatistas de nuestra actual «neciocracia». Es decir, que los partidos políticos y sindicatos del entonces Frente Popular que acabó con la poca legitimidad que tenía la II República, haciendo inevitable que media España se les alzara, siguen siendo hoy partidos políticos y sindicatos legales, algo inconcebible a la luz de lo que pasó en Alemania con el partido nazi.

Los que han ocupado el poder hasta el 20-N pasado se han llenado la boca de palabras y conceptos bien sonantes, pero vacíos de sinceridad y decencia.

Han hablado de reconciliación, mintiendo sobre ella, pues ésta ya se alcanzó durante los años de gobierno de Francisco Franco, aunque se empeñen en negarlo. Han hablado de democracia, cuando la verdad es que esos partidos no luchaban en la Guerra Civil más que por imponer, mediante la violencia y la revolución, el régimen totalitario de la dictadura del proletariado, como está más que documentado.

Han hablado de dignidad de las víctimas del Franquismo, cuando lo cierto es que las verdaderas víctimas las provocaban esos partidos y sindicatos, incluso entre gentes de sus propias filas (recuérdese la tortura y asesinato de Andreu Nin, líder del POUM, a manos de Alexander Orlov, sicario de Stalin), regando toda nuestra geografía con la sangre de religiosos y otras personas inocentes, sin ser culpables de delito alguno y sin haber tenido, por tanto, un juicio justo, mientras que la gente encarcelada o ejecutada tras la victoria de los Nacionales, tuvieron un juicio justo y recibieron sus condenas por delitos probados. Aún así, la remisión de condenas mediante el trabajo (como ocurrió en el mismo Valle de los Caídos) libró de una ejecución más que merecida o de años de cárcel a indeseables, delincuentes comunes y enemigos de España.

Han hablado de dictadura, de ausencia de derechos y de opresión, cuando lo cierto y demostrado es que el PSOE y ERC fueron los protagonistas de la famosa Revolución de Asturias en octubre de 1934 y de la proclamación ilegal de la independencia de Cataluña, imponiendo o tratando de imponer, su propia dictadura al resto de España, socavando los derechos del resto de Españoles y oprimiendo mediante la violencia más sanguinaria a quienes no estaban de acuerdo con ellos.

Para poder exigir algo es necesario, lo primero de todo, tener la autoridad moral suficiente para ello. La Historia está llena de ejemplos que dejan, bien a las claras, la ausencia de toda autoridad moral en esos partidos políticos y sindicatos, que jamás han pedido perdón a España y a las víctimas por todas sus fechorías, nunca se han arrepentido del comportamiento que tuvieron en aquellos años y nunca han renunciado a sus postulados más antidemocráticos, totalitarios e ilegítimos. Abundando más aún en la indecencia de sus exigencias hay que señalar que muchos de los jerifaltes de hoy del PSOE, por ejemplo, son hijos o nietos, o directamente ellos, de personajes relevantes de Falange y del Régimen Franquista, presumiendo de antifranquistas de toda la vida y de haber padecido persecución política. ¡Cuántas cosas tienen que explicarnos!

Para terminar, decir que todos los mártires de la Guerra Civil merecen el mayor agradecimiento de nuestra parte, pues su sacrificio es semilla de nuevos y mejores cristianos, de nuevos y mejores españoles.

¡Viva Cristo Rey!

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