Juan de Ávalos y García Taborda nos dejaba para siempre el 6 de julio de 2006, a los 94 años, como consecuencia de una parada cardiorespiratoria.
Maestro del monumentalismo más rotundo, el escultor y académico de Bellas Artes, una de las figuras más representativas del arte español del pasado siglo XX, había nacido en Mérida, el 21 de octubre de 1911.
El maestro siempre será recordado por obras como las realizadas para el Valle de los Caídos, el mausoleo de los Amantes de Teruel, el “Angel de la paz” en Valdepeñas o el “Arco del Triunfo a la Independencia” en la República Dominicana.
Con ocho años la familia de Juan de Ávalos se trasladó a Madrid. A los doce años empezó a visitar el Casón del Buen Retiro, entonces Museo de Reproducciones, donde copiaba a carboncillo los grandes modelos de la tradición escultórica. Fue su padre quien le ayudó a encontrar trabajo en un taller de restauración de muebles y antigüedades. Allí trabajó durante dos años aprendiendo la técnica de la talla y aunque su familia regresó a Mérida, el futuro escultor permaneció en Madrid para ingresar en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado.
Allí comenzó la carrera en 1926 y la terminó en 1931 de forma brillante, obteniendo los títulos de dibujo y grabado en hueco y los premios de modelado y escultura. En 1933, después de rechazar una beca para estudiar en el extranjero, volvió a Mérida donde obtuvo una plaza de Profesor de Término de Modelado y Vaciado en la Escuela de Artes y Oficios y tras la Guerra Civil, se trasladó a Madrid para trabajar como dibujante y jefe de publicidad de una empresa.
Antes de la guerra el escultor se afilió al Partido Socialista en su Mérida natal y tras el conflicto armado su pasado político le pasó factura hasta el punto de aparecer en un Boletín Oficial del Estado de 1942 como falto de afecto al Régimen. Esta presión, unida a la dificultad para encontrar trabajo le llevaron a exiliarse en Portugal, donde permaneció durante varios años.
Pero su situación cambió radicalmente cuando ganó el concurso para la construcción de las estatuas del Valle de los Caídos a pesar de las protestas de algunos académicos por su falta de afección al régimen. El artista plasmó entonces su inmenso genio en las esculturas de los cuatro evangelistas y sus símbolos: Juan y el Águila, Lucas y el Toro, Marcos y el León y Mateo y el Hombre alado.
Autor irrepetible de obras monumentales, no sólo en el impresionante conjunto de el Valle de los Caídos, sino también “El Sagrado Corazón” en Guayaquil o el “Homenaje a Cuba” en La Habana, Juan de Ávalos inmortalizó además a grandes personalidades como José María Pemán, Jiménez Díaz, Manolete, Cervantes, Fernando el Católico o el monumento a Luis Carrero Blanco en Santoña.
En su amada Extremadura, en Badajoz, realizó el “Monumento a Covarsí” y “El Héroe Caído” que forma un conjunto con los originales en bronce de los cuatro evangelistas, así como la fuente al “Genio de Extremadura” y el “Monumento a los Extremeños Universales”. Además, para Mérida, su ciudad natal, realizó la gran estatua en recuerdo de los eméritos muertos en las guerras.
El maestro es también el autor de la estatua de Juan Pablo II de la catedral de Nuestra Señora de la Almudena de Madrid y de la estatua de “Juan Pablo II y la Virgen María”, que puede ser considerada como su última obra, promovida por el Grupo Intereconomía, sufragada por suscripción popular y erigida en 2005, el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, en el madrileño Paseo de la Castellana, presidiendo la entrada a las instalaciones de esta casa.
A lo largo de toda su carrera, recibió innumerables distinciones entre las que destacan la Gran Cruz del Mérito Civil o las Medallas de la Orden Nacional al Mérito de Ecuador y de la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid. Además era miembro honorífico de la Real Academia de Moscú y Académico de Número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y en 1995 fue homenajeado por la localidad pacense de San Pedro de Mérida, en un emotivo acto en el que el escultor inauguró un monumento dedicado a la avenida que desde entonces lleva su nombre.
Con su obra repartida por los cinco continentes, el escultor se mantuvo en activo hasta el momento de su muerte. De hecho, ésta le sorprendió cuando se encontraba trabajando en las estatuas del gobernador y el virrey de Florida, para el gobierno de los EE.UU, con destino a Washington y Miami.
El irrepetible artista que gustaba definirse a sí mismo como “picapedrero” porque, explicaba, como el obrero él también se ganaba el pan a base de trabajar con sus manos la piedra, descansa para siempre junto a sus padres, en el panteón familiar del cementerio de Mérida.
Antonio Castillejo
www.intereconomía.com
5 commentarios
alonso c · 20 julio, 2011 a las 18:35
Las estatuas monumentales de Juan de Avalos que engrandecen el bellisimo conjunto escultorico del Valle de los Caidos son de un arte irrepetible. Sin embargo, estan en peligro por la insensatez de la locura del odio revanchista que solo puede proceder del Maligno. ¿Sabian ustedes que Juan de Avalos fue un gran admirador y podriamos decir que discipulo de Arno Breker? Juan de Avalos dejó escrito en el prólogo de un libro sobre el genial maestro escultor lo siguiente: «Es Arno Breker un hombre de alma grande, notario de un deseo de servicio para la eternidad, los fragmentos de sus colosales estatuas destruidas son el triste grito contra la barbarie, nadie podrá contra un creador que como él nos legó una obra limpia,llena de espiritu de superación y perfección, aunque se intente destruir, nada podrá hacerlo porque quienes lo conocemos seremos siempre heraldos que proclamaremos cual fue su hermosura, su honradez, su ejemplar y eterna existencia que nosotros deseariamos imitar.» Y… ¿quien era Arno Breker? Fue conocido como el Miguel Angel del siglo XX, el más grande escultor del siglo XX. Sin embargo…. su obra completa, se mandó destruir por orden de los nuevos bárbaros vencedores de la gran guerra enemigos de la Fe Católica. El pecado de Breker: pertenecer al bando de los vencidos. La premonición de Juan de Avalos, da la impresión que la obra de destrucción, para ser completa, tendría que llegar algún día al Valle de los Caidos. Han pasado sesenta y cinco años desde aquella tropelia cometida con el arte. No permitamos que se consuma ahora la obra de destrucción.
Virginia · 7 julio, 2011 a las 13:29
Más artistas como él necesita nuestra Nación.
O.K. · 7 julio, 2011 a las 11:34
Os aconsejo entreis en su fundación y veais su obra. A mi personalmente me impactó su evangelista y los amantes de Teruel. Jamás la piedra pudo encerrar tanto mensaje.
No está muerto. !Vive! si los socialistas no se lo impiden y dinamitan cual talibanes su obra.En ello están. No bajeis la guardia, que en ello están.
Aprovecho una vez más, para que os asocieis en esta asociación. Y que sobretodo paseis la alerta. No se lucha sólo de «pensamiento». Ningua batalla se gana de pensamiento, de indignación y por verter más o menos improperios contra la destructora maquinaria socialista. Las denuncias, los peritajes, las actuaciones valen dinero. Y el mana no cae del cielo. !Mas quisiéramos!
Mi recuerdo a la familia de este gran artista.
Guripa · 6 julio, 2011 a las 20:25
Un hombre bueno, irrepetible, que ha dejado una gran huella en el Arte Escultórico con mayúsculas. Reconocido en todo el mundo y ejemplo humano destacado de que la reconciliación tras la Guerra Civil se alcanzó verdaderamente, tuvo la gran suerte de ver su obra aclamada en vida, y saborear su gran prestigio con humildad y sencillez, como sólo los más grandes pueden hacer.
Su nombre y su obra escuecen rabiosamente en el discurso del odio y del rencor, de la mentira y la manipulación, hasta el punto de querer derruír algunas de sus más grandes creaciones. No se puede ser más miserable e ignorante.
José Manuel (LOBO_IBERO) · 6 julio, 2011 a las 15:20
Mis mas sincero Pésame, a su familia, allegados, amigos, por su perdida. D.E.P.